Josefina Ramos de Cox

Para la arqueología peruana y el quehacer académico del Instituto Riva Agüero, los años transcurridos entre 1957 y 1974 se caracterizan por la presencia de figuras señeras cuya actividad científica se inspiró en los valores cristianos de la solidaridad humana, y entre ellas destaca la Doctora Josefina Ramos de Cox.
Josefina María Ramos Cabredo de Cox nació en Catacaos, Piura, el 17 de marzo de 1927. Fue hija de don José A. Ramos y doña María Cabredo Azcárate. Su niñez y etapa escolar transcurren en su ciudad natal, migrando luego a Lima para realizar sus estudios superiores. No obstante, años más tarde, Piura vuelve a ser centro de su quehacer intelectual, al desarrollar las tesis de Bachillerato y Doctorado, sobre la historia prehispánica de Piura.

Su vida universitaria se desarrolló en la Facultad de Letras y Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y en la antigua Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica del Perú, experiencia que marcó su trayectoria profesional siempre en búsqueda del diálogo interinstitucional. Fue una estudiante comprometida íntegramente con la vida universitaria, culminado su formación científica con la sustentación en 1951 de la tesis de bachillerato titulada “La Cultura Tallán o Tallanca”, y en 1953, la tesis doctoral titulada “Arqueología de Piura”.

Su trayectoria profesional fue intensa. Desde 1951 fue miembro activo de diversas instituciones, entre  las que destacan el  Seminario de Antropología de  la Universidad  de San Marcos; el Patronato Nacional de Arqueología, representando a la Universidad Católica desde el año 1964; el Seminario de Arqueología del Instituto Riva Agüero, del cual fue su fundadora; y el Club Soroptimista, el cual reunía a mujeres profesionales.

En 1966 funda el Colegio Arco Iris, del cual fue docente y directora. Entre 1957 y 1973 su actividad docente y de investigación se centra en la Universidad Católica del Perú, como profesora principal en la Facultad de Letras dictando el curso de Arqueología Peruana, y como directora del seminario de Arqueología del Instituto Riva-Agüero (1958-1974). Asimismo, se desempeñó como catedrática de etnología en la Universidad de San Marcos (1953), y profesora principal de Historia del Perú en la Escuela Nacional de Bibliotecarios (1962).

Su  investigación  arqueológica no se limitó al quehacer individual; basada en el trabajo interdisciplinario y el desarrollo de una vocación por la investigación y la defensa del patrimonio arqueológico, tuvo como meta crear escuela. Con este espíritu, crea un Programa de Proyectos arqueológicos en distintas regiones del Perú, entre ellos los proyectos Tablada de Lurín y Pando, en Lima, con dos sitios importantes: Capilla de Chivateros y Huaca Tres Palos, respectivamente, cuya investigación ha permitido el conocimiento de la historia prehispánica de Lima en sus fases Temprana y Tardía.

Para la costa norte diseñó un plan de investigación orientado a la comprensión del debate sobre la influencia del mar en el surgimiento de las sociedades complejas del Perú Prehispánico, con lo cual logró  el  auspicio  de  la  Fundación  Volskwagen.  Con  el  fin  de  lograr  una  visión  integral del surgimiento de las culturas andinas, incluyó proyectos de investigación arqueológica en el Departamento de Madre de Dios, selva sur del Perú, y el Proyecto de Catastro Arqueológico del Valle del Rímac. Las zonas de investigación y la metodología propuesta permitieron una lectura transversal de las relaciones interculturales en la costa, sierra y selva.

Esta labor de investigación fue paralela a la difusión y preservación de las Huacas de Lima, especialmente el complejo Maranga, que gracias a su  infatigable  labor  hoy  mantiene su  monumentalidad  y  extensión  en  comparación  a otros complejos arqueológicos de Lima que han sufrido el arrollador avance del urbanismo. Esta labor de conservación y defensa del Patrimonio la llevó a intensificar la difusión educativa a través de la creación del Boletín de Arqueología y la fundación del museo de Arqueología que hoy lleva su nombre.

Su actividad académica fue continua y comprometida. Los resultados de sus investigaciones la llevaron a participar como expositora en distintos congresos y conferencias a nivel nacional e internacional. Asimismo, organizó distintos eventos académicos, entre ellos, la I Jornada Arqueológica del Instituto Riva Agüero y el homenaje al arqueólogo peruano Toribio Mejía Xesspe.

Su intensa actividad académica no le impidió realizar una admirable labor social, fundando instituciones culturales, y cooperativas de ahorro, crédito y vivienda, que hicieron posible mejorar la calidad de vida de una gran mayoría de peruanos que, organizados en cooperativas lograron obtener  viviendas  adecuadas  y  educación  de  calidad  para sus  hijos.

Dedicada a su familia, a la comunidad peruana y a su vida universitaria, falleció en Lima el 14 de Julio de 1974. Para honrar su memoria y en mérito a sus obras, desde 1976, el museo que ella fundara  lleva  su  nombre,  así  como  una  de  las  calles  de  la  Urb.  Pando  en  San  Miguel.

Semblanza de Inés del Águila Ríos