Aventura es sinónimo de hazaña y también de riesgo. Un cóctel irresistible para Arthur Brand, el rescatador holandés de cuadros y antigüedades robados que acaba de encontrar dos telas señaladas: Adolescencia, de Dalí, y La Música, de Tamara de Lempicka. Él prefiere decir que las ha devuelto porque “también son patrimonio nuestro, aunque tengan un dueño legal”, para relatar a continuación la peripecia —que rima con aventura— de la restitución. Un caso de manual, esto es, de su manual de trabajo. Porque los lienzos fueron sacados a mano armada en 2009 del Museo Scheringa del Realismo, situado al norte de Ámsterdam. Durante los seis años siguientes, Brand mostró su interés por recuperar ambas firmas “en los ambientes adecuados”. Luego esperó la llamada que acabó dando el vuelco esencial.
Un procedimiento similar resolvió el año pasado el enigma de los denominados Caballos de Hitler, un conjunto escultórico que decoraba la Cancillería de Berlín y se perdió en la caída del muro, en 1989. Brand los localizó y dio aviso a la policía germana. Sin olvidar el fiasco de una falsa cabeza Olmeca, de México, catalogada con el número 18, porque solo se conocían 17. Llegó a ser expuesta en 1996 en España y recuperaba el misterio de una cultura fechada entre 1500 y 400 antes de Cristo. Propiedad del coleccionista costarricense Leonardo Patterson, el investigador holandés demostró que era una falsificación hoy en manos de la policía de Alemania.
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