¿Sabía usted que si se encuentra con alguien que se apellide Tupacyupanqui o Sinchi Roca, en el Cusco, es casi seguro que tendrá frente suyo a alguien con sangre de inca en las venas? Aunque han pasado cientos de años desde que los españoles terminaron de conquistar el gran imperio inca (en 1572), el linaje ancestral se mantiene aún en sus descendientes, afirma el historiador Ronald Elward, quien fue parte del equipo de investigadores que publicó en la revista Molecular Genetics and Genomics el primer estudio genético enfocado en los descendientes contemporáneos de la familia imperial Inca.
Debido a que aún no se cuenta con registros de momias o restos óseos de los gobernantes Incas, el estudio usó el abordaje genealógico y genético para rastrear las “marcas” genéticas de sus descendientes, cuyos linajes paternos están documentados en los archivos coloniales del Perú.
El trabajo fue financiado principalmente por la National Geographic Society (NGS) de EE. UU y un segundo financiamiento al equipo peruano liderado por los doctores José R. Sandoval y Ricardo Fujita de la Universidad de San Martín de Porres de Lima, permitió a la red continuar con estudios sobre la historia de las sociedades precolombinas de los Andes, en particular, sobre la genealogía de los descendientes de los Incas.
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