Los dos vinieron de lejos. Ella nació en Lima pero partió muy pequeña a Polonia, la tierra de su padre, desde donde regresó —veinteañera y casada— para redescubrir el Perú. Y él vino de Holanda, su país natal, con un violín bajo el brazo, a conocer este extraño territorio que solo intuía a través de las crónicas españolas que había leído con asombro en Madrid y Sevilla. Ella volvió a mitad de los años treinta y se hizo historiadora gracias a su tesón y formación autodidacta; él llegó a inicios de los cincuenta, convertido ya en antropólogo, para recorrer los Andes y descifrar los enigmas de la sociedad Inca. En 1964 fue convocado como profesor en la Universidad San Cristóbal de Huamanga y sus viajes a nuestro país se hicieron frecuentes. En distintos momentos ambos conocieron a Raúl Porras Barrenechea, y el maestro sanmarquino fue determinante en sus respectivas carreras académicas.
María Rostworowski (1915-2016) y Tom Zuidema (1927-2016) han muerto con una diferencia de cuatro días. Él, la noche del 2 de marzo en Illinois, donde era un profesor universitario jubilado; y ella, el día 6 en Lima, donde vivió casi toda su vida. No fueron grandes amigos pero se conocieron y frecuentaron. Si quisiéramos hallar una gran coincidencia entre ambos, esa sería su exhaustivo estudio de las crónicas: las lecturas multidisciplinarias de estos documentos antiguos que reprodujeron y refutaron en sus libros e investigaciones.
Para leer la nota completa en el suplemento «El Dominical» del diario el Comercio, haga clic aquí.