Por: Daniel Parodi
Este 2 de agosto se cumplieron 38 años de la partida de Víctor Raúl Haya de la Torre, el político de mayor trascendencia del siglo XX peruano. La utopía que nos legó requirió el sacrificio de dos generaciones, que padecieron el exilio, la persecución y la cárcel por hacerla realidad.
Temprano, cuando agonizaba la década de 1920, la stalinización de la revolución soviética y la forzada ruptura del APRA con la Internacional Comunista le hicieron comprender a Haya que el totalitarismo ruso no era el camino. Es entonces que se produce la única gran variación en su pensamiento, la que lo lleva a plantear que la democracia es el sistema a través del cual debe conquistarse la justicia social.
Por lo demás, Haya mantuvo hasta donde las fuerzas lo acompañaron los planteamientos centrales de su ideario, que partía de la premisa de que los problemas de América Latina no podían solucionarse con recetas foráneas y que, por consiguiente, el camino hacia la revolución debía ser original. De allí que su análisis local de la realidad mundial lo llevase a revisar la tesis leninista que planteaba que el imperialismo era la última etapa del capitalismo. Para América Latina será la primera, diría, pues es de esa manera como se presenta en nuestro continente.
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