Notas de prensa 12 de mayo de 2017

Tres castellanos ninguneados

Hubo un tiempo en el Perú en que la Amazonía era vista como un espacio desbordante en plantas y animales, pero vacío de culturas y de gentes. Hubo también un tiempo en que los Andes eran representados como el lugar del subdesarrollo y la pobreza. Hubo un escritor andahuaylino que se lamentó así en uno de sus poemas tardíos: “Dicen que no sabemos nada, que somos el atraso, que nos han de cambiar la cabeza por otra mejor”. Hubo un tiempo también en que hablar de una cultura afroperuana parecía un sinsentido si se intentaba ir más allá de la música criolla y de la cocina. “Dicen que nos han de cambiar la cabeza por otra mejor”: eso también lo podría haber dicho, con su discreta pero acerada ironía, la artista afroperuana —“negra”, prefería decir ella— Victoria Santa Cruz y, con una risa más bien destemplada, el escritor iquiteño César Calvo.

No es que las cosas hayan cambiado mucho desde que Arguedas escribió, primero en quechua y luego en castellano, su “Llamado a algunos doctores” (Huk doctorkunaman qayay), pero, por lo menos, en los últimos tiempos hemos empezado a preguntarnos cuál es la mejor manera de indagar por las poblaciones asociadas a las colectividades afroperuanas e indígenas, incluidas las aimaras y quechuas, en nuestros futuros censos nacionales; y cuál es la mejor forma de registrar los datos demográficos sobre los idiomas que se hablan en el territorio peruano, sin dejar de lado —esperemos— la realidad del bilingüismo, que nunca ha sido tomada en serio por los sucesivos ejercicios censales.

(Extracto del artículo completo)

 

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